Friday, August 26, 2011

De Buenos Aires a Viedma y de ahí a Península Valdés


Estos días, sobreviví con nota el viaje de 12 horas, donde lo peor fue la comida que me dieron, ponían buena voluntad, pero no representaba para nada la rica comida argentina. El autobús u ómnibus como lo llaman acá muy cómodo, viajando en la parte de abajo sólo hay tres asientos a lo ancho, cada uno con un espacio más que suficiente, reclinable hasta la horizontal y con una plataforma para apoyar las piernas… lo que viene a ser una cama. Además como en esta zona todavía no han inventado las curvas porque las carreteras las trazan a tiralíneas pues el aparato tampoco se mueve mucho. Comparándolo con el avión en que había dormido el día anterior para venir de España se duerme mucho mejor en el bus.

Después de esas 12 horas llego a Viedma ya en Rio Grande, provincia de la Patagonia donde vive Flor que me esperaba para irnos a la Península de Valdés, lugar de veraneo de ballenas, y no, no me refiero a las ballenas con bañadores de floripondias que se ven por Fuengirola, sino a las de verdad que según cuentan están en peligro de extinción.

En términos argentinos, la península de Valdés, está al lado de Viedma… a 500 km de nada que hicimos en el coche de Flor durante otras 6 horas más de viaje. Tomamos una carretera que va al sur con tramos de asfalto, otros de tierra o ripio como llaman acá y como decorado de fondo el paisaje patagonés, que consiste en pura tundra llana sin ningún colorido más que el azul de alguna gasolinera y el rojo de las cintas que marcan los lugares de culto a un gaucho santo que está de moda por acá, y como compañía los camiones que suben y bajan cargados de mercancía.

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